sábado, 15 de septiembre de 2012

La movilidad y la rentabilidad pueden ser contrincantes


Desde que volví a vivir en Manizales continué con el chip de la movilidad. Me hago preguntas constantes sobre este asunto y llego a la conclusión de que aquí ese no es un grave problema. Problema el que tiene el alcalde, Eduardo Rojas, si es cierto que se puso a prometerles a los transportadores que le iba a imponer el pico y placa a los particulares.
Cualquiera que haya visitado ciudades con características semejantes a la capital de Caldas, habrá de reconocer que poseemos un fluido tráfico, donde aún todos caben y donde se puede desplazar la ciudadanía a pie o en vehículo. Pocas bicicletas, debido a sus evidentes faldas, de hecho el ciclismo a nivel recreativo es solo una práctica bien exigente, pero muy saludable en esta ciudad.
Todo eso también es movilidad. En otras ciudades ya se dieron cuenta que el desarrollo vial no va a solucionar el problema, porque por cada kilómetro nuevo de vía, entran mil carros, 200 rebuscadores en los semáforos y 400 vendedores ambulantes. 
En Manizales en cambio es notorio que falta ese impulso a las soluciones que un día empezaron con el rompimiento de la montaña sobre la cual pasaba la Avenida Santander y haciendo una tercera avenida, me refiero a los túneles y a la Kevin Ángel. Sin embargo, un día se acabó la creatividad, quizás porque a alguien no le pareció importante o porque vieron que era mejor invertir en lo social, porque así se obtienen más ganancias políticas e individuales (nada más engañoso que la inversión social para alimentar la corrupción y retrasar el desarrollo en todos los niveles). No significa que no sea necesaria, el mal asunto es que se volvió un nicho de corrupción más amplio que los contratos de infraestructura.
Ahora que me tomo la libertad de reflexionar sobre estos temas, partiendo de una promesa que el alcalde de Manizales está condenado a incumplir, termino reconociendo que si un gobernante sale malo es porque hay malos electores, porque venden el voto, porque es por ayudar a un familiar o amigo, porque les trajeron tejas y cemento, porque lo llevaron de paseo, le dieron tamal y el día de votar hasta 50 mil pesos le encimaron.
Ahora que un par de miles de taxistas están esperando que el alcalde respete su palabra, justo se pegaron de la peor justificación y es que esperan que su negocio sea rentable, pero no tienen idea de que la ciudad es perfectamente transitable. Ese es un toro manso y fácil de lidiar hasta para un mal torero.

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